El día que fui a recoger a Rocco de la casa de Yoyo me enteré de su verdadera historia.
Rocco, que para ese entonces respondía al nombre de Perrito, apareció como por arte de magia en la puerta del negocio de la Sra. Mary. Ahí se dedicó todo el día a hacer lo que sabe mejor: Poner cara de niño inocente y lamerse "su cosita". La Sra. Mary que es tan amorosa cuando de perritos se trata (y de gatitos también) no pudo resistirse a su mirada tierna ni al hecho de que se había pasado toda la tarde ahí solito, sin amigos y sin el mínimo rastro de un dueño. Después de darle de comer y verificar que nadie preguntaba por él, decidió llevarlo a su casa y cuidarlo ahí hasta que le encontrara un hogar. Para ese entonces respondía al nombre de Chilindrino.
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